domingo, 8 de marzo de 2009

De los pelos a los celos

No recuerdo quien dijo que la estética de los años setenta fue diseñada por el enemigo, pero tenía razón. Nuestras fotos de aquellos años lo demuestran, si es que tenemos edad suficiente para ello y, si no, basta con que revisemos alguna de las series televisivas o de las películas de aquella década para darnos un baño de melenas, patillas, pantalones campanas, solapas anchas y zapatos con alzas. Raffaella Carra, Rumba 3 (“bodeguero, déme otra copa de champán, quiero ser muy feliz….”), el Ratón Ayala, las tetas de Susana Estrada, los cantautores, el comisario McMillan y su esposa, una chica que nada desnuda es devorada por un tiburón mientras suena una inquietante melodía de John Williams, Travolta, los Bee Gees, fiebre del sábado noche, la vida sin miedo al sida, la transición política y, en medio de todos esto, el renacimiento de la gastronomía en España.

Y es que después de una larga posguerra en la que la escasez de alimentos sólo dejaba hueco para una cocina de recursos o de supervivencia, vinieron unos años en los que el boom del turismo determinó la difusión de un tipo de cocina internacional carente de interés y la marginación de las cocinas regionales, relegadas a comedores rurales alejados de los circuitos turísticos o a restaurantes entrañables que se mantenían firmes en la difusión de productos y recetas locales: El Faro, El Caballo Rojo, El Molino de Puente Arce, El Rincón de Pepe, Casa Ricardo, El Hispania, El Hotel Empordá, Duque, gran asador de Segovia y tantos otros que constituyeron una referencia gastronómica frente al imperio de los gazpachos aguados, las paellas de engrudo, la sangría y el jamón de plástico con melón. Los cocineros empiezan a tener estilo: lubina al estilo del chef, cordero al estilo del chef… Y allí estábamos nosotros, zampándonos el menú turístico de Fraga Iribarne, cuando un grupo de cocineros vascos, Arzak, Arguiñano, Subijana, Roteta y alguno más que me olvido, dieron un giro maravilloso a la situación e inyectaron un aire nuevo a la gastronomía española.

Llegan los ochenta con aires de libertad, mírala, mírala, la Puerta de Alcalá y con gente con ganas de terminar con ella, se sienten coño, Reagan, Thatcher, la guerra de las Malvinas, Naranjito, se muere Rock Hudson, we are the world, we are the children, la quinta del buitre, Angela Channing, Lou Grant, V, el teniente Furillo. Y el impulso que llega del País Vasco es seguido por cocineros de todas las regiones, interesados ahora en recuperar recetas tradicionales y en mejorar tanto la calidad de los productos como la técnica en su elaboración. Y así fuimos sabiendo de Arbelaitz y Berasategui en el País Vasco, de Carme Ruscalleda, Santi Santamaría y Joan Roca en Cataluña, de Manolo de la Osa en La Mancha, de Toño Pérez en Extremadura y de otros muchos que han tenido una gran influencia en la transformación sustancial de la gastronomía de este país. Y entre ellos, aparece el considerado por muchos como el más grande cocinero de la historia, Ferrán Adría, protagonista de una revolución que lo cuestiona todo pero que ha merecido unánimes muestras de admiración en todo el mundo, y que ha convertido su restaurante de Rosas en una especie de templo donde los gastrónomos con pasta y los snobs con pasta se reúnen para probar las nuevas creaciones del genio.


Ha nacido la cocina de autor en España, triunfa el minimalismo y en las cartas se buscan nombres ostentosos y, como sinónimo de calidad, se cita el origen de los ingredientes del plato, los huevos ya no son fritos, sino rotos, estrellados o en sartén, las anchoas son del Cantábrico o de La Escala, los langostinos de Sanlúcar o de Vinaroz, la alcachofa de Tudela, fresón y fresa de Aranjuez... Antonio Burgos y Alfonso Ussía, considerando que no hay hueco para combinar lo tradicional y lo moderno, se convierten en los paladines del puchero de habichuelas, que al que le gusta el sashimi es un cursi, mire usted. Un programa de cocina triunfa en la tele y un libro de recetas se convierte en best seller. En cada esquina hay un chino de barrio y en los supermercados aparecen productos hasta entonces desacostumbrados. Todo dios entiende de vinos y, de pronto, buscamos nuevos significados a los adjetivos, para explicar que un vino puede ser carnoso, blando, elegante o incluso redondo como un pelotón.

Cae el muro, los héroes de los jóvenes ya no son cantantes, actores o deportistas de éxito sino hombres de negocio, Bill Gates, Larry Page, Paul Allen. Llegan los yuppies obsesionados por los teléfonos móviles, el sushi y la forma física. El mundo se llena de gimnasios, de restaurantes japoneses y de tiendas de Movistar. Llegan la séptima, la octava y la novena. La globalización. Internet. Los blogs gastronómicos. Tempura de ortiguillas, tacos de habas con butifarra, cuscus de cerdo ibérico, dim sum de tortilla española. Viridiana, Diverxo, Aponiente, Kabuki. No hay canal de televisión que no tenga su programa de cocina y además hay un Canal Cocina. Los cocineros son artistas, creadores dotados de una inventiva exuberante obligados a innovar continuamente, ante los ojos de críticos y clientes que contemplan el mantenimiento prolongado de platos en la carta como una intolerable muestra de estancamiento. Cocineros galácticos, muchas veces sobrevalorados, que renuncian a estrellas Michelín o que se suicidan si se las quitan. El euro. Menús degustación a 60, a 90, a 130 y subiendo como en la canción de Roberto Carlos (¿o era de los Hermanos Calatrava?). Nitrógeno líquido, esferificaciones, aditivos alimentarios, paisajes en el plato. Santi Santamaría se queja. Salvador Gallego dice que hemos matado a la abuela. Congresos gastronómicos. La crisis. Al cliente, que empieza a tener paralizado el bolsillo, llega alguno y le anestesia el paladar. Vale todo para ganar notoriedad, desde posar desnudo hasta comerse una placenta. La autocomplacencia. Premios gastronómicos un día sí y otro también: el cocinero revelación, el plato más bello, la carta más bonita, los aseos más fragantes. Listas: los cocineros más influyentes, los 50 mejores restaurantes del mundo, los 25 mejores de Madrid. El mejor, el mejor, el mejor…. Los celos.

Fotos que ilustran el post: Diana la lagarta y Juan Mari Arzak

221 comentarios:

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emiliano dijo...

Vengo de una cata. La primera de mi vida. Frasquitos de olores que no huelen a lo que pretenden oler. El frasco de manzana huele a licor de manzana marca Larios, el de fresa a yogur, el de miel a empalagosa compota de yo qué sé y el de regaliz a pastillas juanolas. Primero mirar el vino, color amarillo pajizo, ribetes verdes y tal y tal, olor a plátano, los sabores dulces se concentran en la punta de la lengua, cincuenta euros, un Chardonnay de Navarra, un rosado de Aragón, dos riojas de La Rioja. Las catas. Hay que joderse.

emiliano dijo...

Antes nos ha dado tiempo a pasar por La Venencia para comprobar que todo está en orden.

emiliano dijo...

Y antes de dormir, seis apuntes:

Me gustan las comidas de pobre.
Me gusta Enric González.
El cordón de vinagre es una verdadera porquería.
Echo de menos a Montes y a Daimiel.
Que guapa es Kim Basinger.
Que guapa es Charlize Theron.

Carlos dijo...

Para los aficionados a las listas: Robert Parker, ha publicado hace unos días un listado con los 100 mejores vinos españoles por debajo de 25 dólares.

La lista es extraña, para que os hagáis una idea están el Finca Resalso, el Tilenus, el Vetus, el Prima de Maurodos, el reserva de Torelló... En fin. Le ha faltado poner el Predicador para dejarla completita.

emiliano dijo...

¿Qué me podéis decir del vino Patio Selección 2007 D.O. La Mancha?.

También agradecería vuestros comentarios acerca de un blanco: La Pola 2005, Dominio de Bebei, Ribera Sacra.

Carlos dijo...

Un vino de Samuel Cano. Creo recordar haber tomado el 2006, pero no era el Selección, un vino con mucha fruta, bien hecho. Probablemente una de los mejores vinos hechos con syrah que yo he probado en España.

Soy menos fan del Lapola. En cualquier caso un vino con mucha personalidad. Creo que está hecho con Dona Branca. Todavía así me gusta bastante más que el Lapena, su hermano mayor.

Carlos dijo...

Yo también voy a darme al tema gallego. Tengo una botella de la Goliardo Caíño y otra del Quinta de Muradella Bastardo. Creo que abriré esa segunda con unas patatas con almejas y una presa a la plancha que acompañaré de un poco de romesco.

Carlos dijo...

Por cierto, ya que se usa el término, úsese bien. Comfort food, no confort food.

Anónimo dijo...

¿Tú también has estado leyendo a Capel, Carlos?

Yo lo he hecho en una terracita, con una coca cola y unas aceitunicas. Vaya día hace! Creo que voy a echarme aftersun.

Anónimo dijo...

En Sula han puesto un menú del día de 20 €, por si a alguien le puede interesar.

Anónimo dijo...

Mañana estrenaré mi termómetro de Ikea con una paletilla de cordero. ¿A qué temperatura lo pongo?

Anónimo dijo...

Hay sitios injustamente olvidados. Y otros imperdonablemente desconocidos. En las últimas semanas, he tenido oportunidad visitar algunos de ellos. En la primera categoría situo a Lua. En sus 3 0 4 años de vida he comido allí en 5 ocasiones. Todas fueron buenas experiencias y la última excepcional. Salvo una carrillera correcta sin más, el resto tuvo un enorme nivel. La crema de coliflor, la curiosa sopa de ajo y la corvina, grandes platos. Ha publicado Manuel Dominguez un bonito libro que recoge sus mejores platos de estos años. Los precios son correctos y MAnuel merece que premiemos su buen trabajo con nuestras visitas.

carlos dijo...

Acabo de ver un rape, en el supermercado gourmet al que a veces voy, en cuya boca cabe hasta mi cabeza... claro esta, esta noche ceno rape (seguramente a la plancha). Origen, Italia, por cierto.

Carlos, un amigo italiano me pide referencias para comer en Barcelona, imagino que se quedara por la zona de Paseo de Gracia.
3 o 4 pistas en total, en varios precios? Gracias de antemano, tocayo.

carlos dijo...

Comer y cenar, Carlos. Y gracias de nuevo.

Por cierto, ha probado alguien el brandy de Navazos?

Carlos dijo...

Veamos... Barcelona y en Paseo de Gracia, Hisop y Coure. Más arriesgado el primero y más divertido, pero en la última ocasión comí regulín tirando a muy regulín. Coure no es mal sitio, pero no es para recordar.

Antes que eso, Shunka, Koy Shunka, Caldeni, Gresca y, por qué no, la Fonda Gaig. Si le van los vinos Mon Vinic es visita obligatoria. Hay un japo del que no se ha hablado mucho que me parece uno de los sitios más interesantes de fusión de España, Icho.

Echo de menos Barcelona un montón. Espero volver pronto.

Carlos dijo...

Malinche, suscribo cada palabra que has dicho, incluido lo de la carrillera, extrañamente lejos del nivel de los otros platos.

Lúa se merece la mejor de las suertes, he estado tentado de escribir del sitio un montón de veces, me parece de lo mejorcito de Madrid.

Carlos dijo...

Amfortas, yo no uso sonda con el cordero, es demasiado irregular -unas partes van a estar hechas mucho antes que otras- y depende demasiado de la edad del bicho. No tengo el libro de Mc Gee a mano, pero supongo que cuando el interior llegue a 65 grados estará hecho. Además es tan importante que la piel quede crujiente como que el interior esté bien hecho, no es fácil que las dos cosas sucedan al mismo timepo.

Yo no uso sonda, pongo el horno a 220 grados durante 30 minutos para dorarlo y luego lo bajo a 180 grados durante aproximadamente hora y media.

José Luis Louzán dijo...

As Sortes de 2006... bueno, vale y bravo.... correcto pero no se si para los 25 euros que cobran por el...
Buen Godello, sin escándalos...
¿es justo?

Anónimo dijo...

Hoy , despues de mucho tiempo fuera, toca monte, desayuno de ley por lo tanto.
El tema es facil, dejamos en la nevera con un peso encima ,unas doce horas ,un buen trozo de panceta cubierto con una mezcla de sal , pimienta negra y un toque de cominos.La desalamos con un churretón de agua y al horno a 70ª otras 12 horas.
Por otro lado doramos suavemente unos cachos de jacino (parte jamón y parte tocino) iberico, hacemos sudar ligeramente puerro,apio,zanahoria,ajo y cebolla, cubrimos de agua y a infusionar lentamente.
En ese mismo caldo,en una malla, vamos cociendo unas judias blancas pequeñitas, Vega Ucero he utilizado.
Por otro lado cocemos en cuartos unas alcachofas , ya sabeis el rollito del perejil y todo eso ,¿no?.
A montar el plato, doramos ligeramente en AOVE unos ajetes, incorporamos los cuartos de alcachofas y parte de su agua de cocción , las alubias y otra parte de la infusión de jacino, que cueza lentamente mientras doramos en una sarten unas buenas lonchas de esa panceta tan rica, em platamos colacando las lonchas de panceta doradas por encima.
El resultado final es un excelente guiso de alchofas con judias y panceta que , si tienes todo preparado y congelado previamente como un servidor ,hace un desayuno de chapeau con un vaso de clarete de mi pueblo, de mi amigo Javi.

carlos dijo...

Muchas gracias, Carlos.
Vas a conseguir que Carlos logre epatar a un italiano del sur (un samnita, te diria el, en clara alusion a la tribu que tan dificil se lo puso a los romanos).

Carlos dijo...

Pues por fin he sacado un ratito para leer Los Bajos de la Alta cocina, el comic del que habló en su momento Nopisto -tema del que se volvió a hablar, a posteriori en algún blog- y a mí, excesos aparte, me parece divertido.

Se te quitan los complejos de macarra.

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