domingo, 17 de mayo de 2009

La codorniz



“La revista más audaz para el lector más inteligente”. Así decía el eslogan de “La Codorniz”, la mítica revista fundada por Miguel Mihura en 1941 que contribuyó a alegrar un poco la vida de los españoles durante aquellos años tan tristes. En “La Codorniz” dejaron su firma Edgar Neville, Álvaro de Laiglesia, Enrique Jardiel Poncela, Ramón Gómez de la Serna, Evaristo Acevedo, Manuel Vicent, McMacarra o José Luís Coll y comenzaron a publicar sus dibujos humoristas como Mingote, Gila, Chumy Chúmez, Máximo, Forges, Ops o Serafín. Todos ellos llenaron las páginas de la revista de un humor absurdo, atrevido e irreverente en unos tiempos en los que la crítica al sistema no era posible. Ese humor provocó que un régimen que carecía de él secuestrara las ediciones de “La Codorniz” en varias ocasiones, como cuando la revista propuso a sus lectores la resolución de un jeroglífico en el que aparecía una piña y tres frascos en la parte inferior y cuya solución se daba en las páginas interiores, “frasco, frasco, frasco, arriba es piña”, o cuando, en una viñeta, el hombre del tiempo daba la información meteorológica y decía que “reina un fresco general procedente de Galicia”. Irónicamente, la revista que había sido maestra en el arte de sortear la censura, no supo adaptarse al fin de la misma y así, incapaz de competir con la pujanza de las nuevas revistas satíricas como “Hermano Lobo”, “El Papus” o “Barrabás”, “La Codorniz” dejó de publicarse en 1978.

Ignoro la razón del nombre de la revista, y si fue alguno de los rasgos que caracterizan a las codornices lo que inspiró a su fundador. Las codornices son aves migratorias, tienen un gran coraje que les permite enfrentarse a los depredadores para proteger a sus crías, y son muy libertinas, tanto que las hembras son capaces de abandonar a un macho en pleno apareamiento si aparece un ejemplar más fuerte y vigoroso.

Es posible que el carácter migratorio de las codornices esté motivado por su promiscuidad, pues se dice que fue un escandalizado Rey Salomón quien condenó a las aves a viajar todas las primaveras, cuando comienza su época de celo, como castigo por sus malas prácticas sexuales, pero en el Antiguo Testamento podemos leer que todo comenzó el día en que el pueblo de Israel, cansado de comer maná caído del cielo en su travesía por el desierto de Sinaí durante el Éxodo, volvió sus ojos a Dios y le dijo: ¡quien nos diera a comer carne!, pues nada sino maná ven nuestros ojos” y Dios compasivo les envió codornices desde el otro lado del mar.

Sea por orden del Rey Salomón o por mandato divino, el caso es que cuando apenas se empieza a sentir la primavera, el cielo andaluz se puebla de codornices que huyen del calor del verano marroquí y vienen aquí a reproducirse. Algunas volverán a África en otoño, otras se quedarán a pasar el invierno en los campos andaluces y la mayoría se quedarán para siempre en el agradecido estómago de algún comensal, satisfecho por haber sabido escoger bien el menú.

Y hablando de menús, como se han puesto de moda los menús monográficos, nosotros vamos a proponer uno en el que la codorniz sea protagonista. A ver si os gusta:

Salmorejo con atún y huevo de codorniz cocido. No hace falta dar la receta, pero sí insistir en la necesidad de que todos los ingredientes sean de primera calidad. Yo recomiendo hacerlo con aceites procedentes de aceitunas hojiblanca y picual, tomates de Chipiona, vinagre de Jerez y telera cordobesa. Y no hay inconveniente en que el atún sea de lata.

Ensalada de codorniz en escabeche. La receta es sencilla: poner sobre el plato hojas verdes cortadas en juliana, trozos deshuesados de la codorniz escabechada y aliñar con el escabeche.

Arroz de codorniz. Según el insigne teórico gaditano D. Mariano del Río, el arroz puede ser “arroz con” o “arroz de”. El “arroz con” consiste en realizar un sofrito, añadir el ingrediente que sea, el arroz y el caldo, pudiendo, eso sí, variar el orden que, por si no lo saben ustedes, no debe cocer el mismo tiempo un muslo de pollo que una cigala. El “arroz de” parte de la elaboración de un plato de tierra, mar o aire, de modo que terminada la cocción del guiso se retiran los ingredientes sólidos, se cuece el arroz en el líquido resultante y, cuando este ha alcanzado ya casi el punto, se vuelven a incorporar aquellos debidamente deshuesados, descascarillados o desconchados, según corresponda.

Codornices a las uvas. Como las que le servía su esposa al desconsolado inspector jefe de Scotland Yard en la película “Frenesí”. Y es que Hitchcock, al que le gustaba comer mucho y bien, frecuentemente incluía en sus películas alguna escena con fondo gastronómico. Como en “Los 39 escalones”, donde los protagonistas esposados por unos falsos policías intentan cenar unos sándwiches; o en “La soga”, donde los asesinos esconden el cadáver en un baúl que servirá luego de mesa para la cena; o cuando James Stewart intenta comer con escaso éxito un pato con aceitunas en un restaurante de Marrakech en “El hombre que sabía demasiado”; o la merienda campestre de Grace y Cary en “Atrapa a un ladrón”; o la trucha que almuerza Roger O. Thornhill en el vagón restaurante del expreso de Chicago escondiéndose de la policía y de los revisores del tren y coqueteando con Eva (“yo que usted no pediría postre”); o el ya citado inspector jefe Oxford dando buena cuenta de un desayuno inglés con huevos, salchichas y bacon.

- “Desayuna usted con apetito, señor”
- “Sargento, mi mujer asiste a un curso de cocina para gourmets y todavía no se ha enterado de que la base de una buena alimentación consiste en desayunar tres veces al día. Desayunar al modo inglés, naturalmente, y no ese ridículo café acompañado de un bollito relleno de aíre que sirven en el continente y que mi mujer me ha servido hoy para desayunar.”

Para acompañar este menú, llenaremos las copas de manzanilla, champán y un merlot, versátil y elegante, para brindar por Don Alfredo y por los humoristas de “La Codorniz”.

Bon appetit.

206 comentarios:

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Carlos dijo...

¿Nacho Manzano?

Juan Luis dijo...

No conozco el nombre, pero al ver la sombrilla.... y mira que yo no soy dudoso

Espeto dijo...

Estoy más que contento. Parece que la familia Oyarbide ha abierto un restaurante en plan clásico en Marbella. Me tengo que acercar.

Por primera vez vuelvo de Cádiz con la sensación de no haber acertado con los sitios. Además de haber tenido que interrumpir mi excursión por causas ajenas a mi voluntad, ni Lumen ni la Venta de Vargas me han merecido el viaje. Eso me pasa por no hacerle más caso a Emiliano.

Hablabais el otro día de ética de los críticos y los blogs. Os copio una respuesta de mi nuevo gurú bloguero, "El Obelix de San Felix", a la invitación de un mesonero local a visitar su bar:

"Pues muchas gracias por la invitación, don Germán. Pero le advierto de las normas de la casa (de mi casa, vamos). Verá usted, nunca me identifico en los sitios a los que voy. Pago siempre y luego escribo lo que piense, honestamente, aunque intentando destacar lo que me ha gustado y comentar de pasada lo que no. Así las cosas, iré en cuanto pueda. Estuve por allí un par de veces hace años y siempre me pareció un local magnífico, algo desaprovechado y magníficamente ubicado. Cuente con mi discreta visita. No llevaré libreta, ni bigote, ni gabardina, pero tampoco diré nada. Seré uno más para poder decirle a la gente lo que creo que podrían encontrar allí. Si usted acepta estas normas, iré. Si no, también (ja, ja, ja). Un abrazo y buena suerte en la nueva etapa."

emiliano dijo...

Cuéntanos más cosas de Lumen, Espeto. De la Venta de Vargas no hace falta que nos cuentes nada.

(Ya se me había olvidado el rollo este del más antiguo y el más reciente)

Sinestesia Gastronómica dijo...

Hola amigos de ligasalsas,

QUé forma más creativa de unir cine y gastronomía. ¡¡¡Me ha encantado el post!!!

Anónimo dijo...

¿Sabéis de algo nuevo o digno de mención por Toledo capital?


Wabi.Sabi

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