martes, 18 de mayo de 2010

Un día en Nueva York

Dicen que Nueva York no se parece a ninguna otra ciudad de la tierra aunque es un ejemplo de lo mejor y lo peor de todas ellas. Dicen que es enorme, grandiosa e inabarcable y que, por ello, un día en Nueva York tiene que comenzar muy pronto por la mañana. Nosotros seguiremos el consejo y vamos a madrugar mucho, imitando a los tres marineros de permiso que un lejano día de la primavera de 1949 se despertaron con la intención de comerse la gran manzana y el mundo. Pero como primero tenemos que orientarnos, vamos a guardar un minuto de silencio para escuchar las indicaciones de los marineros Kelly, Munshin y Sinatra:

New York, New York, it's a wonderful town!
The Bronx is up and the Battery's down
The people ride in a hole in the ground,
New York, New York, it's a wonderful town!

Todo aclarado. Nos vamos hacía arriba y en metro. El madrugón tiene que ser importante porque queremos ver amanecer sobre el río, y queremos verlo exactamente desde un banco que está situado junto el Puente de Queensboro, en Sutton Square esquina con la 59th Street Bridge, el mismo banco en el que se sentaron juntos Isaac Davis, ese cuarentón que sedujo a una colegiala después de que su esposa lo abandonara por otra mujer, y Mary Wilkie, la amante de su mejor amigo, en esa imagen tan bonita que se puede ver en el cartel de la película “Manhattan”: “Capítulo primero: él adoraba Manhattan, la idolatraba de una manera desproporcionada…” A lo mejor es más bonito el amanecer desde otro lugar del río, es posible, pero los que no tenemos ninguna complicidad sentimental con esta ciudad, debemos engancharnos a sentimientos ajenos si no queremos quedarnos hooked on a feeling o colgados en Filadelfia o qué sé yo. Resumiendo, que como tenemos asumido que necesitamos un guía, nosotros vamos a pedirle ayuda al cine.

Aunque es temprano, ya llevamos despiertos un buen rato y todavía no hemos desayunado. Andaremos un rato descalzos por el parque antes de buscar una joyería en la Quinta Avenida, en donde nos han asegurado que se desayuna de maravilla y, además, si llegamos pronto, pero que muy pronto, es posible que nos crucemos con una extraña mujer que ha sido capaz de arrojar su pasado a la papelera de la esquina por la sencilla razón de que no quiere pertenecer a nadie. Una mujer que, cuando el día amanece rojo, acude en taxi a la joyería vestida de negro, con guantes negros, gafas negras y collar de perlas, y permanece embelesada durante un rato, mirando el escaparate, mientras desayuna un café y un bollo. Acude allí, porque para ella el único remedio contra los días rojos es acudir a Tiffany’s, un lugar donde piensa que nada malo podrá ocurrirle.

Como no termino de tener claro eso de desayunar en una joyería, me llevo, por si acaso, apuntadas en mi libreta las direcciones de un par de delis. ¿Que qué es un deli? Pues una abreviatura de delicatessen, que ya saben ustedes lo aficionados que son los americanos a acortar las palabras. En Nueva York, los delis son unos restaurantes que cuentan también con productos de venta directa al público. Así que en el caso de que en la joyería no haya huevos revueltos, ni café, ni zumo de naranja, podemos acercarnos a probar esa barbaridad llamada sándwich de pastrami en el Katz’s Deli, en el Lower East Side, 205 East Houston Street, porque seguro que merecerá la pena acudir a un lugar cuyo slogan dice que “there's nothing more New York than Katz's”. Además, para que no nos perdamos, hay una flecha que señala la mesa en la que Sally le mostró a Harry el modo en que las mujeres son capaces de fingir un orgasmo, y un letrero que dice: “where Harry met Sally... hope you have what she had!". Me apetece tomarme un sándwich de pastrami en el Katz’s, y me apetece volver a ver la película para comprobar si soy capaz de sentir de nuevo lo mismo que sentí la primera vez que la vi, hace ya muchos años, cuando Harry le dice a Sally que aunque él hubiese querido que ambos fuesen simplemente amigos y residentes en Nueva York, no ha podido ser. Y no ha podido ser porque se ha enamorado de ella. Y es por eso que quiere que sea ella la última persona con la que pueda hablar antes de irse a dormir por las noches y que su cara sea lo primero que vea por la mañana, porque la quiere incluso cuando dice que tiene frío en pleno verano o cuando entra en un deli y tarda una hora en decidirse por un sándwich (que al final siempre será de pastrami, supongo).

Pero aunque no haya nada tan neoyorquino como el Katz’s, no descartamos acudir al Carnegie Deli de la Séptima Avenida, esquina con la calle 55, para desayunar el sándwich Broadway Danny Rose y la tarta de queso con fresas. Nos dicen que el Carnegie es lugar de encuentro habitual de cómicos y escritores, algo parecido al Café Gijón de Madrid, donde en tiempos se reunían a hacer tertulia José Luís Coll, Manuel Vicent, Manolo Alexandre y El Algarrobo. Nos cuentan también que el lema del Carnegie dice algo así como que “si te puedes acabar la comida es que hemos hecho algo mal", o sea que por lo que parece son tan brutos como en Malacatín. Otra opción podría ser esperar un poco y probar el brunch del elegante Russian Tea Room. Un lugar tan elegante que exige a los caballeros el uso de chaqueta, como Sergi. Lo sé porque recuerdo que en la recepción del restaurante le facilitaron una a Isaac (el mismo cuarentón del que hablábamos antes) cuando llevó a su hijo para invitarle a comer y para tener con él una conversación de hombre a hombre, que bastantes mujeres tiene ya que aguantar el pobre niño en casa. Aunque el restaurante tiene una pinta de hortera que echa para atrás, yo le tengo cierta simpatía porque fue aquí donde empezó la carrera de actriz de Dustin Hoffman en “Tootsie”.

Aquí o allá, el caso es que después de un desayuno tan abundante hay que dar un paseo. Seguramente nos acercaremos a la puerta lateral del John Golden Theater en la calle 45, para ver el lugar donde Eva Harrington, antes de mostrarse al desnudo, esperaba todas las noches la salida de su ídolo, Margo Channing. Buscaremos las oficinas de la Genco Olive Oil en el número 128 de la calle Mott, y después recorreremos todos los edificios que Sam Waterston les muestra a Dianne West y a la Princesa Leia en “Hannah y sus hermanas”: los apartamentos Dakota (donde se rodó “La semilla del diablo”), The Halls of Learning, en el 20 West 44th Street; el Edificio Chrysler; The Abigail Adams Smith Museum, en el 421 East 61st St y el Waldorf Astoria, el hotel que más le gustaba a Ginger Rogers, a Marilyn y a Truman Capote, y donde tendremos la oportunidad de probar la ensalada Waldorf, la preferida de Cole Porter:

You're the top!
You're a Waldorf salad.
You're the top!
You're a Berlin ballad.

(Tenemos que abrir un pequeño paréntesis para decirles que Porter, en su canción “You’re the top”, no se refiere a la capital de Alemania, sino a Irving Berlin, compositor de canciones maravillosas, entre otras, las famosísimas “There’s no Business like Show Business”, “Puttin on the Ritz” y “Cheek to Cheek”). Ya cerrado el paréntesis y como se nos está haciendo tarde, nos vemos obligados a llamar a nuestro taxista favorito, Travis Bickle, para que nos acerque antes del lunch al puente de Brooklyn, y así ver el lugar desde el que saltó Tarzán huyendo de sus perseguidores o ese otro desde el que se cayó un amigo de Travolta mientras hacía el tonto en “Fiebre del Sábado Noche”.

Ahora vamos a tomar un perrito caliente o un trozo de pizza. Podemos acercarnos al Jackson Hole Diner, en el Astoria Bulevar de Queens (antes se llamaba Air Line Diner), en cuya puerta Ray Liotta y Joe Pesci robaron un camión a punta de pistola en “Uno de los nuestros”, o a la sucursal que está en el 1270 de la Avenida Madison, muy cerca del Museo Guggenheim, lugar al que Woody lleva a cenar a Holly, una de las hermanas de Hannah, cuando se la encuentra meses después de haber pasado con ella una noche espantosa escuchando a Bobby Short en una sesión de jazz en el Café Carlyle y le dice la frase más bonita de toda la película: “¡qué suerte haberte encontrado!”. Podemos también acercarnos a Nathans, el puesto de hot dogs favorito de Cary Grant, que es famoso por organizar cada año un concurso bastante gilipollas de comedores de perritos calientes, concurso que fue ganado el año pasado por un gilipollas llamado Joey Ghestnut, quien fue capaz de zamparse sesenta y ocho perritos en diez minutos, el muy gilipollas. O, si no, al Shake Shak, para tomar una hamburguesa con vistas al Flatiron Building, donde es posible que podamos ver a Peter Parker saliendo por una ventana del edificio. Si preferimos pizza, la John’s Pizzeria of 278 Bleecker Street es nuestro lugar. Fue en esta pizzeria donde Tracy, la colegiala, le dijo a Isaac (el mismo Isaac del que llevamos hablando todo el rato) que se iba a Londres a estudiar, con la secreta esperanza de que él le pidiera que no lo hiciera, que le pidiera que se quedara con él. Según Woody, aquí se come la mejor pizza de Nueva York.

Después de la pizza, podremos tomar una copa tranquilamente en algún bar de los alrededores, por ejemplo en el Vazac’s del East Village, en la esquina de la Avenida B con la calle 7, donde los hermanos Rosato intentaron estrangular a Frankie Pentangeli, por orden de Hyman Roth; o en The Bitter End, en Greenwich Village, para conocer el lugar en que comenzaron su carrera Bob Dylan, Janis Joplin o Mama Cass, dream a little dream of me. Pero hay que darse prisa porque queremos tener tiempo para tomar el ferry que nos conduzca hasta el Liberty State Park, en New Jersey, para ver de cerca la isla en la que Vito Andolini se convirtió en Vito Corleone, y un poco más allá, dándonos la espalda, la Estatua de la Libertad, con el aspecto que tiene ahora, dos mil años antes de que los simios dominen la tierra y aparezca, medio destrozada, ante los aterrorizados ojos del Coronel Taylor.

De vuelta al centro, nos detendremos en Washington Square, la plaza en la que vivía la joven heredera Olivia de Havilland, cuando fue seducida por Montgomery Clift, y, de paso, buscaremos el lugar donde Richard Jenkins tocaba un tambor africano llamado djembe junto a un inmigrante ilegal en “The Visitor”. Pararemos también en la intersección de las calles Worth, Baxter y Park, para poder ver el lugar en el que se encontraban los Five Points, ese barrio marginal donde Daniel Day-Lewis campaba a sus anchas en “Gangs of New York”, y subiremos a lo alto del Empire para esperar la llegada de Deborah Kerr y de King Kong. Iremos a Times Square, caminando por la calle 42 y nos detendremos un momento en la puerta del Teatro Majestic, imaginando que ponen todavía “The Music Man”, la obra que C.C. Baxter invita a ver a la señorita Kubelik, aunque ella no acudirá porque, como todo el mundo sabe, se queda tomando cócteles con el señor Sheldrake en el Rickshaw Dumpling Bar, 61 West 23rd Street.

Vamos a cenar en el jardín del Restaurante Barbetta, 321 West 46th Street, el mismo restaurante en el que Mia Farrow y Joe Mantegna se vuelven invisibles en “Alice”, pero de camino nos detendremos en la esquina de la Avenida Lexington con la calle 52, en el lugar en el que el paso de un metro por debajo de una rejilla de ventilación levantó la falda de Marilyn y cortó la respiración de miles de personas. Después de la cena nos queda una visita a Harlem. No nos va a dar tiempo a ver el show de los debutantes en el Teatro Apollo. Quizás podríamos acercarnos al Cotton Club, pero como esta noche no actúan ni Dixie Dwyer ni Duke Ellington, preferiremos pasarnos por el Lenox Lounge, 288 Lenox Avenue, el bar favorito del detective John Shaft y del traficante de heroína Frank Lucas, interpretado por Denzel Whasington en “American Gangster”.

Ya es muy tarde y estamos cansados, pero como nos cuesta un poco dar por terminado un día como éste, lo mejor será volver a repetir la imagen con la que lo comenzamos. Vayamos, por tanto, a acercarnos otra vez al banco que está situado junto al Puente de Queensboro, exactamente en Sutton Square esquina con la 59th Street Bridge, para relajarnos un poco antes de dormir: “Capítulo primero: él adoraba “Manhattan”, la idolatraba de una manera desproporcionada…”

Nota del Traductor: si alguien les dice alguna vez que en este blog se toca de oído, no vayan a negarlo, pues les aseguro que el autor no ha puesto jamás los píes en la mayoría de los sitios mencionados en este artículo.

239 comentarios:

«El más antiguo   ‹Más antiguo   201 – 239 de 239
Albertobilbao dijo...

Me está decepcionando la tan aclamada y venerada Bota número 20
Manzanilla Pasada

Yo la mejor manzanilla que he bebido es la San León


Alguno me tachará de loco pero como no me debo a nadie dijo lo que pienso la Manzanilla Pastrana es mejor que la Bota número 20 y el Fino La Panesa también

Carlos dijo...

Yo creo que el hecho de que todas sean "La Bota" tiende a uniformizar las críticas. Y cada una es de su padre y de su madre. Algunas extraordinarias y otras algo menos extraordinarias.

Albertobilbao dijo...

Yo volví a tomar recientemente la 9 de Amontillado y es impresionante, recuerdo la 4 de Manzanilla como muy buena también.

La 16 de Manzanilla no me gustó nada, la 19 la Cream es muy buena pero no excepcional y la 20 para la fama que tenía me ha dicho poco

De todas formas el efecto divulgador que tienen de estos vinos es digno de elogio

Holden dijo...

Emiliano: Si quieres carne, MINETTA TAVERN.

Espeto dijo...

Emiliano, cuánto cachondeo. Quizás debieras dirigirle la pregunta a Holden, que sabe más de esto que yo. Pero, hasta donde yo sé, Smith & Wollenski era un sitio de referencia, al igual que el Bull & Bear del Waldorf Astoria. Además del BLT Steak (patrocinado mío donde te puedes inflar a rieslings y loiras), tengo muy buenas referencias del Peter Luger Steakhouse y del MIchael Jordan de la grad Central Station (por raro que pueda parecer). Y, desde luego, ese Minetta Tavern que tanto se recomienda por aquí debe ser una cosa excepcional.

Alberto, no creo que ninguno de nosotros seamos sospechosos de debernos a nadie. A mí me entusiasmó la nº 4 "Las Cañas" y conservo como oro en paño tres botellas de la pasada nº 10. Aparte de eso, el nº 6 de Palo Cortado "Bota Punta" me parece uno de los vinos más extraordinarios que he podido probar y el 14 de Oloroso Viejísimo algo casi irrepetible. Los más recientes los tengo pendientes todavía pero, hasta el momento, sólo puedo repartir aplausos a los promotores del proyecto.

Albertobilbao dijo...

Espeto

No iba con segundas mi comentario hacia nadie sinceramente era una forma de expresión y si alguien se ha dado por aludido le pido humildemente perdón

La que nombras la 4 a mí me pareció impresionante, no he probado la de Palo Cortado y la de Oloroso la probé en el Celler me gustó pero no acabo de coger el pulso a los Olorosos

Un abrazo

Albertobilbao dijo...

Y el Toneles aunque no sea una Bota es sinceramente irrepetible, merece la pena levantarse de la cama sólo por oler la botella

Albertobilbao dijo...

Repasando la lista de las Botas, recuerdo con sumo agrado la 3 De Rojas, de Px y por supuesto la 10 de Manzanilla Pasada, gran manzanilla

Pero la 20 me ha decepcionado, cuestión de gustos supongo

Carlos dijo...

Dos cursos muy interesantes en Al Vacío:

El primero sobre cocina marroquí, el 17 de junio, incluye una pastela de pollo de corral. Conozco a alguno al que le gustaría estar -yo mismo si puedo iré.

El segundo es solo un anuncio, en septiembre y sobre "el auténtico pato lacado". Cocina china, pues.

emiliano dijo...

Alberto, Andrés Madrigal se parece a Alija / Adúriz como un huevo de avestruz a una castaña pilonga.

Y estoy totalmente de acuerdo con el comentario de Espeto en el que dice que a los del Equipo Navazos hay que aplaudirles bastante, y con el tuyo de que el Toneles es un vino QTC fuera de categoría.

emiliano dijo...

Otro QTC: la manzanilla en rama Viruta que me ha regalado Weirdo. Me la acabo de beber acompañada de unas aceitunas gordales y creo que resulta ideal para olvidar durante un rato lo hijodeputa que es tu jefe.

Carlos dijo...

Y una receta sencilla basada en un plato que en su momento me pareció rico y basto en igual cantidad.

Se trata de filetes -finos, plis- de tapa de ternera a la manzanilla. Se corta la tapa en trozos pequeñitos, eligiendo bien para esquivar nervios y grasa. En una sartén se ponen tres cucharadas de aceite y ajo laminado muy finamente. A temperatura lo más baja posible se va haciendo el ajo.

La ternera se va macerando durante al menos una hora en limón, sal, pimienta negra y salvia.

Cuando el ajo se haya confitado y el aceite haya cogido sabor se añade la carne y se sube bastante la temperatura, la carne se cocerá soltando jugo y limón. Medio minuto por cada cara -los filetes han de ser finos- y se retira.

Se le añade un poco de vino blanco al líquido que queda en la sartén -mezcla de limón, jugo de carne y aceite- y finalmente una copita de fino. Se deja reducir muy lentamente durante diez o quince minutos hasta que no quede rastro del alcohol. Añadir la carne en el último momento para que coja temperatura y servir.

emiliano dijo...

El Minetta Tavern ya me lo sé, Holden. Ese es uno de los fijos, y cuando tenga las cosas más claras ya te pediré que me reserves mesa, como a Malinche.

Espeto, de cachondeo nada, que yo me fío bastante de tu gusto a pesar de tu reconocida querencia por los restaurantes conceptuales del norte de España.

Carlos dijo...

Cómo se lo están pasando en Las Ventas.

Albertobilbao dijo...

Emiliano

Si yo soy el primero en alabar al equipo Navazos, han hecho una labor impresionante divulgando unos vinos desconocidos, nunca se les reconocerá lo suficiente la labor que han hecho

Tú qué manzanilla prefieres la normal o la pasada?

Da más datos de la manzanilla Viruta no la conocía

No conozco a Madrigal pero lo digo por las cosas que dice

Por cierto el sumiller del Aizian Antonio se ha incorporado al Martín Berasategui

emiliano dijo...

La manzanilla, ¿un vino desconocido?

Carlos dijo...

Lo es, Emiliano.

Los vinos de Jerez se conocen muy poco y se venden todavía menos. En muchas ciudades del interior, si pides una manzanilla igual te llevas una sopresa.

Internet apenas manda en el consumo.

P.D: ya que sale, si alguien sabe de bodegas interesantes por las que pasear en Saint Lucar que cante, que me paso en agosto, con la fresca.

Albertobilbao dijo...

Yo ratifico lo que apunta Carlos de Madrid para arriba la manzanilla si la pides te la dan con el sobrecillo

emiliano dijo...

La manzanilla pasada es una manzanilla que ha envejecido más tiempo en las botas y en las que el velo de flor se empieza a debilitar y el vino comienza a oxidarse. Las pocas manzanillas pasadas que conozco, creo que recuerdan más al amontillado que a la manzanilla fina. Como sabes, la manzanilla en rama es otra cosa.

A mí me gustan todas, la fina, la pasada y la manzanilla en rama. Y dos milongas: la manzanilla en rama puede viajar perfectamente más allá de Sevilla y la manzanilla pasada aguanta en botella perfectamente, por lo menos un año. Yo creo que hay mucho mito con la supuesta fragilidad de la manzanilla.

Carlos,ya te contaremos cosas de Sanlúcar.

emiliano dijo...

Y si pides un txacolí en Sanlúcar igual te dan un par de hostias.

Albertobilbao dijo...

La 10 te recuerda a un Amontillado?

No estoy de acuerdo admitiendo que estás más habituado a beber estos vinos

Y la 20?

Y la Pastrana?

Espeto dijo...

Esa manzanilla Viruta en rama está qtc. A mí me acompañó viendo el terrible final de liga del Málaga. Emiliano, el viernes voy a ver a un amigo tuyo al Puerto. A ver si a la tercera va la vencida…

Alberto, no hay porqué disculparse por nada. Estamos entre amigos. Sólo lo decía porque creo que aquí todos opinamos de la misma forma. Creo que la independencia es lo que hace grande este espacio. Y los olorosos son mi perdición (tras los amontillados), aunque entiendo que no a todo el mundo le entren a la primera. Un día nos encerramos con unos cuantos hasta que te rindas.

Confieso que no he probado aún ese Toneles.

Carlos, Valdespino y muchas más. Habla con Fernando.

La pasada aguanta un año… y bastante más. Al menos yo he conservado Pastranas un par de años sin problemas aparentes.

Albertobilbao dijo...

Habrá que ponerse a beber Olorosos hasta ahora me parecen muy fuertes

El Toneles es una locura, uno de los mejores antidepresivos para estos tiempos tan convulsos.

Un abrazo

emiliano dijo...

Alberto, el amontillado es un vino que ha estado durante un tiempo bajo velo de flor y después ha tenido un periodo de crianza puramente oxidativa. Es normal que recuerde un poco a las manzanillas pasadas.

emiliano dijo...

Espeto, siempre me ha resultado difícil de creer el que no te gustara Aponiente. El vidente Karamba, después de cobrarme 30 €, me ha predicho que esta vez sí te gustará.

Albertobilbao dijo...

Emiliano

Le has preguntado a Karamba si sigue Peregrino?

Jesús Melitón dijo...

Lo único destacable de la tarde de hoy en Las Ventas ha sido el anuncio en el programa de mano de La Tintorería. Verde, como Cayetano de Ronda (que también iba vestido de ese colol).

Experto, Aponiente esta vez te gustará. Como has ido acumulando experiencia en tus viajes a lo largo y ancho de este mundo, puede que cuentes ya con la suficiente preparación. Y si a eso añadimos la certera predicción de Lord Karamba, entonces la cosa es segura.

Ah, y felicidades por tus crónicas. No me he saltado ni un párrafo (palabrita del Niño Jesús).

Espeto dijo...

Conste que a mí la cocina de Ángel León siempre me ha gustado, especialmente la última vez que estuve allí. Siempre he tenido más dudas con el restaurante en sí, con los detalles (con la sala, la carta de vinos, el servicio). Por lo que contáis, todo eso ha ido a mejor.

Carlos, si en vez de filetes utilizas huevos de choco en esa receta, te nacionalizan sanluqueño.

D. Jesús, un hornor. Pues si no quería usted caldo, ahí va taza y media:

Espeto dijo...

Londres. Parte III

SCOTT’S. Si en Madrid hablamos a veces de restaurantes burgueses o de mesas de poder, creo que en Mount Street, en pleno barrio de Mayfair, podríamos hablar casi de un restaurante aristocrático. Y es que este es de esos sitios donde los poderosos vienen a comer en plan relajado. No se nota en la sala, elegante pero nada estirada, ni en el servicio, deliberadamente cordial aunque manteniendo las distancias. Pero se nota en el ambiente. Y en los zapatos, los relojes y los bolsos. Y en los precios, claro.

Da la impresión de que en Scott’s sólo se sirve lo mejor, cueste lo que cueste, y así lo entiende su clientela. Para empezar, magnífico surtido de ostras: muy buenas fine de claire francesas y mejor aún las de la isla de Islay y las West Mersea Pearls. Algo salinas y ferrosas las Strangford Laugh. Como es tradición aquí, un poco de salmón ahumado para acompañar los entrantes. Un salmón espectacular de Brown and Forrest que merece la pena buscar (por si dais con él). Continuando con la tradición, espectacular el lenguado de Dover a la parrilla, un bicho tremendo en su punto exacto. La cocina demuestra alta escuela en una impecable salsa holandesa que lo acompañaba aparte. Por otro lado un bogavante de Bretaña ,simplemente cocido, como hace años que no probaba. Impecable.

Terminamos con un plato de quesos ingleses (Isle of Mull, Stichelton, St. Eadburgha) más flojos de lo esperado y una copa de Domaine des Forges Coteaux du Layon St-Aubin 2008.

Para beber un dry martini (“Shaken, not stirred”, como dice la leyenda que le gustaba pedir a Sir Ian Flemming en esta barra) y un Pouilly-Fumé estupendo, el Domaine Patrick Coulbois La Charnoie 2007. La cuenta es alta pero, en mi opinión, el festival de producto lo merece. Un lugar de referencia.

CHINA TANG. El elegante chino del Hotel Dorchester. Tras un breve paso por la agradable barra de la entrada donde los cócteles no merecen mucho la pena (terrible el negroni que me sirvieron), entramos a la enorme y atestada sala.

El menú creado por David Tang está muy basado en el recetario cantonés y en platos habituales de los restaurantes de Hong Kong. Aunque no vamos a compararlos con Hakkasan (que juega en otra división), los dim sum tradicionales son irreprochables: el char siu bao, el dumpling de verduras y, sobre todo, el har gao de gambas resultaron bocados suaves, de masa fina y con buen producto. Continuamos con la estupenda sopa de melón de invierno “con ocho tesoros” (verduras, carnes, pescados y mariscos), con un caldo potente y lleno de sabor. Tamnbién estupendas las pinzas de bogavante fritas con sal, pimienta y chile y uno de mis platos preferidos, el pichón picado y salteado con piñones y setas servido en hojas de lechuga. Terminamos con el mejor de todos, un arroz frito con abalone estupendo, suelto y sabroso, que invitaba a comerlo a cucharadas.

La carta de vinos, en consonancia con el hotel, se mueve en una banda de precios que van desde lo alto a lo astronómico. Pero, si uno está dispuesto al despilfarro, contiene referencias interesantísimas y auténticas joyas. Nosotros empezamos con un amable Pieropan Soave Classico “La Rocca” 2005 del Véneto y continuamos con el siempre fantástico Planeta Cometa 2006 siciliano. No me gustó, sin embargo el sumiller, empeñado en colocarnos algún Borgoña de tres cifras y un tanto brusco en el servicio del vino.

El servicio es eficiente y se manejan sorprendentemente bien los ritmos de servicio, dado el aforo del local. Una muy grata experiencia y un buen restaurante cantonés que pasa a la lista de muy recomendables.

kalakahua dijo...

Aunque Holden lo haya puesto de moda, Espeto está inhabilitado para hacer un post llamado "A perfect day in London". Por el riesgo de acabar como en The Meaning of Life, I mean.

Espeto dijo...

Vaya, Kalakahua, ahora que te iba a decir dónde desayunar y beber (lo de las compras ya me lo saltón porque no me quedó pasta para esas cosas). Venga, aun así, con est termino:

Londres. IV Parte (y última)

Y un par de consejos de viaje:

Desayunos. Estupenda, como siempre, LA FROMAGERIE, un sitio ideal para ira a tomar un vino y un plato de quesos donde ahora también se puede desayunar. Buenos panes, productos orgánicos y de granja y, para un servidor, quesos de leche cruda. Además, tiene una tienda donde poder hacerse con productos de lujo (mayormente italianos y franceses), una pequeño puesto de fruta y verdura en la entrada que debe ser unos de los mejores y más caros de la ciudad y unas mermeladas caseras de matrícula. Vistas sin parangón desde la terraza del INN THE PARK, en el parque de St. James. Estupendas mezclas de zumos, mejores tostadas de pan de semillas, buen café y platos demasiado ingleses, algo pesados. El servicio se desmadra con la sala llena por lo que es mejor evitar los fines de semana. Y, por último, muy bien THE BOTANIST, en Sloane Square, el corazón de Chelsea. Magníficos huevos revueltos con salmón de Forman & Son y muy buen pan. El café flojea y los zumos son fantásticos. Además, es el lugar de moda para un almuerzo ligero y para tomar una copa después del trabajo.

Copas. Precisos los cócteles en el FIFTH FLOOR del Harvey Nichols. Francamente buenos el Perfect Dry Martini (con Tanqueray Ten), el Fifth Floor Martini (con un toque de pomelo) y el Martini de Lychees. Extraordinario el bar del HOTEL BROWN’S, elegante, tranquilo y bien servido, muy en la línea del Connaught. Un lugar ideal para tomar algo relajado a media tarde. Algo más movido y bastante más incómodo el BLUE BAR del Hotel Berkley. Bien atendido, con cócteles correctos, copas bien servidas y precios de vértigo. Muy recomendable las mesas de la ventana

Carlos dijo...

Interesantísimo artículo de Paco del Castillo sobre el ciclo de vida del vino en Elmundovino.

Espléndido, y promete un segundo artículo más práctico.

Carlos dijo...

Por cierto, hay una segunda derivada en la madurez del vino: el tiempo que ha de tenerse una botella abierta.

Esta es la razón por la que no me veo capacitado para evaluar los vinos en las catas. El vino tiene un momento óptimo de consumo y, normalmente, tiene poco que ver con los primeros minutos después de haberlo abierto.

Comentaba el otro día el caso del Vigna Gattera de Bovio del 2000, un vino que resultaba duro y aburrido en sus primeras seis horas y que se mantuvo espléndido, después al menos otras 24 horas después. También es un buen ejemplo el Coulee de la Serrant del 2000, que a las 12 horas está infinitamente más rico o el Chateau Rayas del 2000, que probablemente necesite más de un día de aireación.

Carlos dijo...

Vengo hablando últimamente de ródanos interesantes, el de Guigal, el de Jaboulet... apuntad otro nombre, Pierre Gonon.

Este productor hace un syrah finísimo, lo tengo abierto y espero un aborgoñamiento del bacon y la violeta con las horas. No es fácil de encontrar en España, pero si lo hacéis no dudéis en abrirlo.

Albertobilbao dijo...

Carlos

Buenas recomendaciones y estoy de acuerdo contigo sobre las catas, cada vez me gustan menos

Para ahondar un poco más en La Bota número 20 diré que uno de los principales activos que se ha dicho siempre de vinos como la manzanilla y además con razón es su precio, aspecto que no se da en La Bota con una pésima calidad relación calidad, precio, es más la he sacado el pañuelo verde y la he condenado al ostracismo de la nevera,

En otro orden de cosas, merece la pena comprar El Mundo sólo para leer a Zabala de la Serna, mucho me temo que espabila Cayetando en la próxima Corrida de la Beneficiencia o Las Ventas van a arder

Albertobilbao dijo...

Me refería a Cayetano

Albertobilbao dijo...

Pido disculpas por haber dudado de Mourinho va a fichar al elegante y fino Essien y a A. Cole

Pura seda

Numeritos dijo...

Alberto, estoy emocionado. Primera vez que coincidimos en lo taurino. Zabala es hoy por hoy el mejor critico taurino de los grandes (y pequeños) diarios.

Con diferencia el que mejor ve los toros. De toreros sabemos todos.

Anita Lavoie dijo...

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